martes, 23 de febrero de 2016

CAIFANES AVENTUREROS



El sábado pasado Caifanes planeó un día de campo maravilloso con la mejor seguridad que los aislara de sus peores enemigos: los otros artistas y técnicos que seguramente seríamos una fuerte amenaza contra sus vidas y su concentración antes de salir al escenario. Así entonces, los audaces músicos arriesgándolo todo intrépidamente se subieron cada uno a una Suburban 2016 y otras dos camionetas iguales para su equipo y con orden militar se siguieron en comitiva esquivando el tráfico de Cholula para al final llegar sanos y salvos tras el escenario del festival Revolution donde los aguardaba su bunker fascinante.

Los esperaban cuatro enormes carpas con piso de duela para poder caminar sin tropiezos y dañar la baqueta de sus zapatos favoritos de show. Ahí dentro cada uno de los Caifanes tomó su carpa y acomodó el clima de su preferencia salvando así un posible resfriado o algo peor, que alguien o ellos mismos tirara un gas y no circulara con fluidez. ¡Dios mio! seguramente pensaban para dentro de si, menos mal que estamos bien, sanos y salvos. Se sirvieron un café de buena colección y al chef en turno le pidieron sus bocadillos solicitados, solo para darle dos mordidas, los otros baguettes terminarían la noche en el abandono y el Rost Beef apenas sería ligeramente pellizcado, nuevamente se sentían muy aliviados pues ya habían pasado hora y media desde el último room service del Hotel cinco estrellas donde dejaron sus pertenencias.

Sin embargo, no todo es felicidad, deben caminar 30 metros hacía otro sitio para una entrevista de medios televisivos, y lo peor de la misión es pasar justo donde estaban las dos casetas malolientes llamadas baños para las otras bandas. La misión era apabullante, tomarían el riesgo, ellos son muy valientes y locuaces. Así que cada uno de ellos se hizo rodear por tres guardaespaldas y tomar todo riesgo, alguien inteligentemente antes preparó el perímetro para el desplazamiento militar. ¡Que horror que nos llegáramos a tener que topar de frente con uno de los técnicos o músicos de las otras agrupaciones! ¡En México la seguridad es alarmante, cualquier cosa les puede suceder!

El viaje de ida fue un éxito, sin embargo al regreso todo se complicó, se había acumulado una fila de 5 asquerosos meones de otros grupos y habría  que pasar justo por ahí, el riesgo era mayúsculo. ¡que bueno que no arriesgamos a Saul y no vino a la entrevista! seguro ahorita estaríamos a punto del desmayo de miedo. Lo bueno de esto es que contrataron a los mejores guarros y pudieron sortear sus vidas para pasar por entre los meones. Desgraciadamente la adrenalina se hizo presente en un fatídico segundo, pues el guarro destinado a cubrir a Alfonso André tropezó y cayó dos segundos al suelo dejando totalmente a su suerte al baterista, fueron presas de pánico en segundos, tuvieron mucha suerte y el guarro se pudo recuperar rápidamente. Lo peor estuvo muy cerca de suceder, afortunadamente los meones formados no reaccionaron a tiempo y André pasó con solo un susto el cual ahogó con un trago de vodka relajante.

El resto de la noche prefirieron no arriesgarse más, apuntalaron el perímetro y cumplieron al pie de la letra la estrategia para entrar y salir del escenario, una noche más de éxito y unos cuantos miles a la bolsa. Botellas de agua a temperatura ambiente, algunos baguettes sin tocarse, tres cuartas partes del café preparado, medio Roast Beef, un tostados sin usar, varias gaseosas y gatorades con solo un trago digerido es lo que resta en las cuatro carpas después de una noche de terror. Caifanes logró sortearlo todo y volver sanos y salvos al hotel.

¿En qué momento nos convertimos en estúpidos que solapan situaciones como estas? ¿En qué momento cuatro músicos pueden cobrar cerca de los dos millones de pesos en una hora de trabajo? Un mexicano promedio quizás nunca en su vida pueda llegar a esa suma y jamás podrá probar la botella de Vodka que André degustó el sábado pasado. Yo reconozco trayectorias y merecimientos pero estamos alcanzando niveles risibles motivados por una nueva mafia absurda que convierte a los artistas en monstruos hambrientos de ego, con necesidades insolentes que traspasan los valores y la humildad pisoteando a la cordura.

Seré razonable: Cuatro músicos con perfecta salud pueden viajar en una camioneta suburban del año y el resto de su crew en otra, espacio hay suficiente. Comida suficiente para cuatro, es solo botana, vas a trabajar, no vas de campamento. Las personas a tu alrededor en su mayoría son músicos profesionales y gente haciendo su trabajo, quizás lo peor que quieran de estos músicos será una foto y solo sentir el placer de saludarlos, no somos asesinos ni mucho menos. Todos los lujos que sumes a tu absurda estancia se restan a las necesidades básicas de las otras bandas que apenas empiezan. Deben recordar que alguna vez estuvieron en igualdad de circunstancias.

En un país agobiado por la economía asesina, la gente necesita de Caifanes, necesita de Saul, de sus ídolos, de la música, de los recuerdos y la nostalgia. A la gente no le importa que Marcovich no esté, o que la voz de Saul no sea ni la mitad de lo que fue, no les importa un disco nuevo, no les importan sus nuevos proyectos. A la gente que paga por verlos solo les importa recordar como aprendieron a admirarlos y sentirlos tras tan larga ausencia. Muchos miles de músicos los observan como el gran ejemplo, se lo merecen, quizás son la mejor banda de rock que ha visto este país. Cada absurdo centavo es burlarse de quienes los pusieron en ese pedestal hermoso. 

Es obvio que el problema no es Caifanes solamente, tampoco de las productoras, es un problema generacional donde todos estamos involucrados. ¿Seguiremos alimentando egos y pisoteándonos el orgullo? ¿Hasta donde llegará la rueda de la fama efímera? De todos depende...

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