martes, 26 de enero de 2016

NOSTALGIA DE SOL RADIANTE



Un patio repleto del colegio Lamar, miles de personas unidas y un cartel completamente local despedían el fugaz paso de la emisora de radio de rock local "Sol radiante 1010 am" de las frecuencias tapatías. Fue una noche de celebración y éxtasis absoluto en la ciudad, una tardenoche mágica de vibra, baile y sudor de tocada festival digna de cualquier nota de alabanza al rock. Una noche mágica de sonrisas locales y amigos postumos, de armonía subrayable entre amigos. 

Sin embargo oculta en esa felicidad estaba presente la nostalgia de la partida de una emisora que se había construido llena de talento local. Esa noche tristemente se acababa uno de los pasajes más célebres del rock tapatío, esa noche se terminaba el espacio permanente del talento tapatío en el cuadrante. Esa noche se respiraba el nostálgico sabor de la duda futura.

Hace unos días atrás apenas se cumplieron los nueve años después de que Sol radiante dejó de sonar en las radios de la ciudad, en los talleres mecánicos, en los autobuses, en los automóviles. Han sido nueve años de un silencio agobiante en la radio de lo que el rock tapatío podría aportar. Las frecuencias actuales de FM traducen sus metas y líneas de trabajo en productos nacionales, internacionales, y a cuenta gotas en locales. Creando así un espacio en extremo limitado para sobresalir a los artistas locales de manera masiva como hace diez años se logró con lo hecho por la extinta 1010 de AM.

La diferencia principal que tuvo Sol radiante hace 10 años y que se vió traducida en un éxito radial inusual sobretodo hablando de una estación de AM, radicó en el creer y convertir al talento local mediano en el principal activo de la empresa, es decir, en tomar los proyectos de la ciudad anclados en los últimos años en su arma más potente, dándoles tiempo real en radio, programación continua y aprobación masiva. Y al mismo tiempo comenzar a abrazar a otros tantos proyectos nuevos como la nueva herramienta futura del fenómeno. Todo esto con una barra de programas y locutores identificados plenamente por el escucha y las bandas tapatías, trayendo así una época de rock sincero, sin etiquetas, sin líneas, sin eruditos. Un rock local en una escena verdaderamente honesta.

El resultado fue maravilloso, no había géneros, no había payolas, solo proyectos que se sustentaban con la aprobación y la calidez de un público cautivo que aprendió a querer y valorar lo suyo al conocerlo más a fondo, al analizarlo más propio y cautivo. Un poco la fórmula que la ciudad de México puso en acción a través de Reactor y otros proyectos similares donde los artistas locales se vuelven verdaderos monstruos masivos capaces de lograr festivales grandes con valor económico para las partes. La apuesta de estos modelos ha logrado crear productos capaces de ser protagónicos importantes, artistas mainstream en muchos casos.

Actualmente el FM sigue ofreciendo espacios para estos talentos, pero los alcances son limitados, entrevistas de ocasión por evento programado, o programación esporádica de los temas tapatíos en las frecuencias. Festivales radiales que incluyen de manera momentánea pero que excluyen en el rodar y rodar del sentir de un auditorio. Presencia en general casi transparente y desperdiciada en públicos cautivos dispuestos a otorgar lugares más propicios.

10 años atrás se escribieron notas importantes en el andar de esta ciudad y su contracultura, algunos de los proyectos sobrevivientes recuerdan con nostalgia el hogar radial tapatío en que se convirtió el 1010 de AM. Los muros color café y los ventanales sepia permanecen cerrados. El rock ha querido seguir existiendo y persistiendo y lo hará toda la vida. Sin embargo las posibilidades de crecimiento masivo como el de hace 10 años se tornan complicadas. En Sol radiante el rock tapatío escribió letras muy especiales, el rock tapatío vivió una bonanza única y saludable como en pocas épocas.